Una marca que no solo creamos, sino de la cual también somos dueños. Un proyecto que cada día nos enamora más.

Testigo de las cosas buenas y de las no tan chéveres, de las que duelen. Oculto en su oscuridad, en su propio cuerpo, desapercibido, pero testigo al fin y al cabo. Cómplice de las conversaciones importantes, incluso de las más personales, de las que no se dicen en voz alta, esas que se tienen con uno mismo, de las relevantes.

Se deja llevar y consumir en el momento que queremos, fiel compañero de horas extra, de amaneceres y atardeceres. Entra en la rutina para vigilarnos, y lanzarnos un salvavidas cuando no sabemos qué hacer.

Pulcro, con buen aroma, intrínseco, orgulloso de sus raíces. Filtrado, pero sin filtro para mostrarnos lo que realmente queremos y buscamos; seguramente estamos de acuerdo: El café es un infiltrado en nuestras vidas.